CÓMO CERRAR LA BRECHA DE RENDIMIENTO
CON UN MANEJO BALANCEADO DE NUTRIENTES
En el marco de la “Gira Fluvial” por las terminales portuarias del Río
Paraná, expertos de FERTILIZAR AC alertaron que Argentina exporta más de 3,5 millones de toneladas de nutrientes en
granos y enfrenta una brecha productiva que podría reducirse con análisis
de suelos, fertilización balanceada y mejores prácticas agronómicas.
Campaña Soja-Maíz 2025/26:
Recalculando…
FERTILIZAR Asociación Civil,
entidad cuyo propósito es difundir conocimiento sobre la nutrición y el cuidado
del suelo para una producción sostenible, advirtió sobre la necesidad de repensar el manejo de la
nutrición de cultivos en la campaña soja-maíz 2025/26. La entidad señaló
que la brecha de rendimiento sigue siendo uno de los principales problemas de
la agricultura argentina y que gran parte de esa diferencia no se explica por
el clima, sino por una nutrición
insuficiente y una baja adopción tecnológica.
La jornada -de la que participó AgroPROYECTUAL- reunió a periodistas y referentes del sector
agrícola, entre ellos al presidente de ACSOJA, Rodolfo Rossi, para recorrer la operatoria portuaria y dimensionar
el volumen de nutrientes que “se van” en cada barco cargado de granos hacia el
exterior.
En la bienvenida, María Fernanda
González Sanjuan, gerente ejecutiva de FERTILIZAR AC, expresó la relevancia
de los nutrientes y destacó al fósforo
como un elemento clave en la sustentabilidad del sistema productivo,
refiriéndose al impacto que implica la exportación de nutrientes sin una
reposición adecuada en los suelos.
El presidente de la entidad, Roberto Rotondaro, enfatizó la relevancia de articular cfertilización dentro de una misma mirada estratégica.
“Cada embarque refleja no solo granos
exportados, sino también nutrientes que el suelo pierde y que debemos reponer.
Una gestión eficiente de la nutrición de cultivos y el uso de los fertilizantes
es vital para que la producción de alimentos mantenga su competitividad en el
mercado internacional”.
Según la Bolsa
de Comercio de Rosario, el nodo Gran
Rosario mantiene su puesto como segundo más importante del mundo como
exportador de alimentos. Con 66 Mt embarcadas en 2024, volvió a ser el
segundo enclave exportador de granos, harinas y aceites vegetales más importante
del mundo, solo por detrás del Golfo de los EE.UU.
“Acercarnos al puerto es tomar
real dimensión de los alimentos que producimos. Las decisiones que se toman al
momento de la siembra, respecto del manejo nutricional de los cultivos impactan
en la cantidad de barcos que podemos exportar y la calidad de los alimentos que
allí se transportan hacia el mundo”, explicó la Ingeniera Agrónoma
González Sanjuan y remarcó que, si
bien Argentina sigue siendo un actor clave en la producción mundial de soja, el
país enfrenta una brecha de rendimiento significativa que limita su verdadero
potencial. Esta brecha se explica principalmente por una baja adopción
tecnológica en cuanto a fertilizantes se refiere.
Balance de Nutrientes
El coordinador técnico de
FERTILIZAR AC, Esteban Ciarlo,
ofreció una detallada explicación sobre el concepto de balance de nutrientes y
cómo se calcula. Presentó cifras sobre el consumo de nutrientes, evidenciando
que la soja y el maíz son los cultivos que más nutrientes exportan, entre 94 y 116 kg de nutrientes por
hectárea. “La soja, por su contenido nutricional, y el maíz, por su volumen de
producción, son los grandes exportadores de nutrientes”, explicó.
Ciarlo informó que los seis principales cultivos del país
(soja, maíz, trigo, girasol, cebada y sorgo) removieron en la campaña 2024/25
más de 3,5 millones de toneladas de nutrientes (NPKS) en un volumen de 130
millones de toneladas de granos. Mientras que el aporte de nutrientes a
través de fertilización fue de solamente 1,42 millones de toneladas. “Esto
significa que solo reponemos un 40% de lo que extraen las cosechas”,
explicó.
Luego enumeró datos que muestran
que en la campaña 2024/25:
•La soja representa 48% de los
nutrientes extraídos, seguida por el maíz (28%) y el trigo (14%).
•En promedio, cada hectárea
pierde 17 kg
de nitrógeno, 5,5 kg
de fósforo, 29 kg
de potasio y 4,5 kg
de azufre.
•El déficit total de nutrientes
es de 2,1 millones de toneladas por campaña, lo que equivale a una pérdida
económica estimada en 86,5 dólares por hectárea cultivada.
Con respecto al consumo de
nutrientes, predomina el nitrógeno, especialmente en trigo y maíz, seguido del
fósforo (P). Sin embargo, otros nutrientes se aplican en cantidades mínimas o
directamente no se aplican, lo que refleja tendencias preocupantes a nivel
nacional. “Los balances de nutrientes son negativos en todos los casos, poniendo
en riesgo la capacidad productiva de nuestros suelos”, advirtió. Los
números mostrados indican una pérdida
neta promedio nacional de 56
kilogramos por hectárea de los cuatro principales
nutrientes.
Para finalizar, el experto
enfatizó la importancia del fósforo y su reposición en los planteos de
producción agrícola. Aunque los números presentados se refirieron a la
producción agrícola, también se mencionó la falta de reposición de nutrientes
en ganadería.
Ciarlo apuntó que Argentina pierde cerca de 6 kg de P por hectárea cada
año y no tiene reservas propias de roca fosfórica “lo que nos hace depender 100% de la importación”. Según el
relevamiento de la entidad, la tasa de reposición de fósforo en la última
campaña fue apenas de 57%, una de las más bajas del mundo entre países
productores de granos. “Los suelos no mienten: si no reponemos lo
que extraemos, hipotecamos la productividad futura además de limitar la
producción actual”.
Por último, Ciarlo se refirió al Programa
SUMA P que impulsa FERTILIZAR AC y destaca la importancia de incorporar
fósforo a las estrategias de fertilización, ya que cada kilo de fósforo
aplicado es una inversión en el suelo, una apuesta por la siembra y el futuro
del activo más valioso de un productor: su suelo. “Con fósforo, hacemos que el suelo sea más productivo, rentable y
sostenible. Por eso, enfatizamos la importancia de sumar fósforo para mejorar
la rentabilidad y los rendimientos, haciendo la diferencia en cada cosecha”,
agregó.
También recordó dónde se puede
acceder a toda la información con más datos sobres las características y
beneficios del fósforo para los cultivos: https://fertilizar.org.ar/suma-fosforo-hace-la-diferencia/
El desafío de acotar las brechas
de rendimiento en soja
A su turno, el Ingeniero Agrónomo Guido
Di Mauro, de la
Universidad Nacional de Rosario, abordó la brecha de
rendimientos en soja, que se refiere a la diferencia entre el potencial de
producción de los cultivos y los rendimientos reales obtenidos. Presentó un
análisis específico sobre las brechas de rendimiento en soja, que rondan el 30%
entre lo que se produce y lo que se podría producir bajo un manejo más
eficiente.
“Argentina es uno de los principales productores de soja del mundo, sin
embargo, enfrentamos la necesidad de reducir esta brecha de rendimiento
mediante mejoras en la nutrición del suelo y la adopción de tecnología”,
afirmó.
La brecha de rendimientos de la soja en Argentina no depende
exclusivamente del clima, la genética o la fecha de siembra, sino también de la
gestión de la nutrición del cultivo. El
desafío actual es aprovechar la sinergia entre estas prácticas para aumentar el
rendimiento.
Actualmente, sólo la mitad de la
superficie sembrada con soja recibe algún tipo de fertilización, y aún en esos
lotes, las dosis aplicadas suelen estar por debajo de los requerimientos del
cultivo. Por ejemplo, en la región núcleo los niveles de fósforo son bajos, y
las dosis aplicadas de nutrientes no cubren los requerimientos, lo que limita
directamente la producción.
En este contexto, Di Mauro
presentó casos prácticos que demostraron cómo una adecuada fertilización puede
incrementar significativamente los rendimientos actuales, tanto en soja como en
otros cultivos. Además, destacó que no
solo se mejora el rendimiento, sino que también podría mejorar la concentración
de proteína en los granos, un factor crucial para la industria de procesamiento
de soja. “La calidad y concentración
de proteína son fundamentales para la industria del procesamiento de soja que
genera productos de valor”, indicó.
Di Mauro recordó que la soja
argentina se expandió apoyada en la fertilidad natural de los suelos, lo que
permitió altos rendimientos sin fertilización durante décadas. “Esa ventaja inicial se transformó en una
debilidad: hoy tenemos balances negativos de nutrientes y suelos que muestran
signos de agotamiento”, advirtió.
Según sus
relevamientos, apenas la mitad de la superficie sojera recibe algún tipo de
fertilización y solo 20% de los productores realiza análisis de suelo. “Fertilizamos sin diagnóstico, lo que
contribuye a mantener balances deficitarios y compromete la sustentabilidad-
dijo, con una fertilización balanceada, incluyendo fósforo, azufre y nitrógeno
en la rotación, podríamos sostener altos rendimientos y maximizar beneficios
económicos a nivel sistema”, ilustró.
En sus conclusiones,
Di Mauro destacó:
•Uso insuficiente de nutrientes: en muchos lotes las dosis aplicadas
están por debajo -a veces nulos- de lo que la soja requiere.
•Oportunidades de adopción tecnológica: solo 3 de cada 10 productores
alcanzan un nivel “alto” de adopción tecnológica.
•El límite del diagnóstico: la brecha no depende únicamente de clima,
genética o fecha de siembra, sino también de un bajo aporte de nutrientes y de
la falta de análisis de suelo.
•Potencial estratégico: mejorar la nutrición permitiría elevar
rendimiento y calidad hasta los máximos observados en productores de punta o en
ensayos experimentales.
Ambos expertos coincidieron en que la fertilización debe ser balanceada, incorporando fósforo, azufre y nitrógeno en la
rotación de cultivos, para sostener altos rendimientos y maximizar los
beneficios económicos, preservando la calidad del ambiente productivo.
Entrevista a María Fernanda
González Sanjuan-AgroPROYECTUAL